sábado, 6 de diciembre de 2008

Tantos millones y niños descalzos

Un niño sobre la ruta está descalzo con 35º, significa más sobre el asfalto.
Mientras la presidente Argentina Cristina Fernández anuncia millones para reactivar la economía, este niño entrega bolsitas de damascos a los que transitan por la ruta internacional 7 a la altura de La Dormida en Mendoza, al oeste de Argentina, los regalan porque no valen nada. Los productores reciben por cada kilo cosechado $ 0.20, esto les significa la imposibilidad de levantar la cosecha.
No está descalzo porque le guste, el sol es abrasador y el aire no es una caricia, quema.
Todos los productores que de manera intermitente cortan la ruta unos minutos y regalan fruta son simples trabajadores, humildes y dignos, con las manos curtidas y llenas de cayos y limpias, castigados reiteradas veces no sólo por las malas políticas de los distintos gobiernos provinciales y nacionales sino además por la furia de la naturaleza que impiadosa arrasa con cosechas enteras, ven ahora otra vez perder el esfuerzo del trabajo de un año entero donde les tocó en suerte no estar en el ojo de la tormenta, ahora porque su producto no vale nada, claro, como todas las cadenas productivas no vale nada para ellos en el mercado se cotiza entre $3 y $4 el kg de damasco.
Socarronamente Cristina Fernández se jacta de su inmensa generosidad y creer ser la Eva del siglo XXI dando la oportunidad de que algunos accedan a su primer o km, una heladera, vacaciones.
Qué ironía, las pruebas de la desigualdad y la incapacidad están a la vista, ¿podrán los padres de este niño acceder a su primer 0 km?
La lección de este año no fue aprehendida. Los gobernantes siguen ausentes, los gestos de humildad de la presidente o gobernadores o al menos ministros, no se ven, si los de la soberbia y negación.
Los productores de fruta son padres, contratistas de fincas, que piden ayuda porque sus familias no pueden vivir con $300 al mes y afrontar ahora además las pérdidas ocasionadas por un mercado caprichoso y beneficiado por los gobiernos que decide que su producto vale menos que el año pasado, llegando a valores indignos.
Para quienes desde sus refrigeradas oficinas o despachos o confortables casas creen que los productores llegaron en flamantes 4x4 y tractores última generación fruto de sus fabulosas ganancias en años anteriores e incapaces de ahorrar, al menos no gasten la llamada por teléfono o el mensaje a los medios de comunicación, miren las fotos, miren la televisión.

Inés Aimale